Después de regresar del Mundo Espejo, Tom, Lucas y Max no podían dejar de pensar en la increíble aventura que habían vivido. Aunque estaban felices de estar de vuelta en su mundo, había una parte de ellos que extrañaba la magia y los misterios del otro lado. Cada vez que pasaban cerca del Lago Espejo, se preguntaban si volverían a vivir algo así.
Un día, mientras jugaban con Max en el bosque cerca del lago, encontraron algo inesperado. Max, olfateando con curiosidad como siempre, descubrió una pequeña piedra brillante medio enterrada en la tierra. La piedra tenía símbolos grabados, similares a los que habían visto en la cueva del Mundo Espejo.
“¡Mira esto!” dijo Lucas, tomando la piedra en sus manos. “¿No te parece que es de ese otro mundo?”
Tom asintió, observando los símbolos. “Sí, pero… ¿Cómo llegó aquí?”
De repente, la piedra comenzó a brillar, emitiendo una suave luz azulada. Max, intrigado, ladró y movió la cola emocionado. La luz se intensificó y, para sorpresa de todos, se formó un pequeño portal justo frente a ellos.
“¡Es otro portal!” exclamó Tom.
Esta vez, el portal era más pequeño, pero parecía estar invitándolos a cruzar. Sin dudarlo, los tres, con Max liderando, atravesaron el portal.
Al otro lado, se encontraron en una especie de jardín encantado, lleno de flores gigantes y árboles con hojas doradas. El cielo tenía un color rosado, y el aire estaba lleno de un aroma dulce y reconfortante. Pero lo más sorprendente fue que, en medio del jardín, había una gran estatua de un lobo, similar a Max, pero mucho más grande y majestuoso.
“Espera, ese lobo… se parece a Max, ¿no?” dijo Lucas, acercándose a la estatua.
La estatua tenía los mismos ojos brillantes que Max, y parecía estar vigilando algo importante. Max, por su parte, se acercó a la estatua con cautela, olfateándola. Cuando tocó la base de la estatua con su pata, esta empezó a moverse lentamente, revelando un compartimiento oculto.
“¡Es un cofre!” dijo Tom, abriendo el compartimiento.
Dentro, encontraron un collar dorado con un colgante en forma de lobo. El colgante también tenía los mismos símbolos que la piedra que habían encontrado.
“Creo que este collar es especial… tal vez sea para Max,” dijo Lucas, colocando cuidadosamente el collar alrededor del cuello de Max.
Tan pronto como el collar tocó el pelaje de Max, este comenzó a brillar suavemente. Max no parecía asustado, al contrario, parecía entender que este collar le pertenecía. De repente, sintieron una presencia familiar, y el Guardián del Lago Espejo apareció ante ellos.
“Han encontrado el Collar del Guardián,” dijo el Guardián con una sonrisa. “Este collar le otorga a Max la habilidad de proteger tanto su mundo como el Mundo Espejo. Max siempre ha sido un guardián valiente, y ahora, con este poder, podrá enfrentar cualquier amenaza que intente dañar estos mundos.”
Tom y Lucas miraron a Max, impresionados y un poco sorprendidos. Max, sintiendo el nuevo poder que tenía, ladró alegremente y corrió alrededor de ellos, lleno de energía.
“Recuerden,” continuó el Guardián, “el collar no solo es un símbolo de poder, sino también de responsabilidad. Max es ahora un protector, y con su lealtad y valentía, guiará a quienes lo necesiten.”
El portal comenzó a abrirse nuevamente, listo para devolverlos a su mundo. Con el collar brillando en el cuello de Max, los tres amigos cruzaron el portal, sabiendo que, aunque su aventura había cambiado, estaban más unidos que nunca.
Al regresar a casa, notaron que todo parecía más brillante, más lleno de vida. Sabían que, con Max como su guardián, estaban listos para cualquier desafío que viniera, tanto en su mundo como en el Mundo Espejo.
