Una tarde de otoño, Lucas, Max y Tom decidieron explorar una parte del bosque que siempre había sido un misterio para ellos. Se decía que, en lo más profundo del bosque, existía un antiguo castillo abandonado, donde nadie se atrevía a ir porque se creía que estaba encantado.
«Vamos a descubrir qué hay en ese castillo», dijo Lucas, decidido. Max ladró de emoción y Tom sonrió, listo para otra aventura.
Caminaron por el bosque durante horas hasta que, entre los árboles, vieron las altas torres del castillo que se alzaban sobre el horizonte. Las paredes estaban cubiertas de enredaderas, y las ventanas, rotas y polvorientas, parecían observarlos.
Al acercarse, la gran puerta del castillo crujió al abrirse sola. «¿Entramos?» preguntó Tom, un poco nervioso. «Claro, no hemos venido hasta aquí para detenernos ahora», respondió Lucas con una sonrisa.
Dentro, el castillo estaba oscuro y frío. Los muebles antiguos estaban cubiertos de polvo, y las sombras se movían con el viento que soplaba por las ventanas rotas. Max, siempre curioso, corrió hacia una gran escalera que subía al segundo piso. Lucas y Tom lo siguieron, subiendo cuidadosamente los escalones que crujían bajo sus pies.
En el segundo piso, encontraron un largo pasillo con muchas puertas cerradas. Max se detuvo frente a una de ellas, ladrando insistentemente. «Parece que Max ha encontrado algo», dijo Lucas, abriendo la puerta lentamente.
La habitación estaba llena de espejos, cada uno reflejando algo diferente. En uno de los espejos, Lucas vio a una niña pequeña llorando. «¡Hola! ¿Estás bien?», preguntó, aunque sabía que solo era un reflejo.
Para su sorpresa, la niña en el espejo respondió. «Estoy atrapada en este espejo. Hace mucho tiempo, una bruja malvada me encerró aquí y no puedo salir.»
Lucas, Tom y Max se acercaron al espejo. «No te preocupes», dijo Lucas. «Te ayudaremos a salir.»
Tom, recordando las historias que había escuchado sobre el castillo, dijo: «Hay un hechizo en el libro de la biblioteca del castillo que podría romper este encantamiento. ¡Vamos a buscarlo!»
Corrieron hacia la biblioteca, una gran sala llena de libros antiguos. Lucas buscó entre los estantes hasta que encontró un libro viejo con una cubierta dorada. Al abrirlo, encontraron el hechizo que necesitaban.
Con el libro en mano, regresaron al cuarto de los espejos. Lucas leyó el hechizo en voz alta, y una luz brillante llenó la habitación. De repente, la niña salió del espejo, sonriendo y agradeciendo a Lucas, Tom y Max.
«¡Gracias! Pensé que nunca escaparía de ahí», dijo la niña, cuyos ojos brillaban con gratitud. «Ahora puedo regresar a mi hogar.»
Lucas sonrió, contento de haber ayudado. «Estamos felices de que estés a salvo.»
La niña les contó que el castillo alguna vez fue un lugar alegre, lleno de vida, pero la bruja lo había maldecido. Ahora, con el hechizo roto, el castillo comenzó a cambiar. Las paredes grises se llenaron de color, las luces se encendieron, y el viento frío desapareció.
Lucas, Max y Tom regresaron a su pueblo sabiendo que, gracias a su valentía, habían restaurado la paz en el castillo. Y así, siempre que miraban hacia el bosque, podían ver el castillo en la distancia, sabiendo que ahora era un lugar seguro y lleno de vida.