Tom, Lucas y Max se encontraban en este nuevo mundo mágico, donde todo parecía sacado de un sueño. Los colores eran más brillantes, las plantas eran enormes y los animales eran de formas extrañas, como si estuvieran mezclados con criaturas de cuentos de hadas.
Max, siempre curioso, corría alrededor de Tom y Lucas, olfateando todo a su paso. De repente, algo llamó su atención. Comenzó a ladrar hacia un gran arbusto que se movía, como si algo estuviera escondido detrás de él.
“¿Qué es eso, Max?” preguntó Lucas, acercándose lentamente.
Cuando Tom y Lucas se acercaron al arbusto, vieron que detrás de él había una pequeña criatura, parecida a un conejo, pero con alas y pelaje brillante. La criatura, al ver a Max, se quedó quieta y lo miró con ojos grandes y brillantes.
“¡Es adorable!” exclamó Tom.
La criatura, aunque parecía asustada al principio, pronto se dio cuenta de que Max no quería hacerle daño. Se acercó lentamente a él, olfateando y dándole un pequeño empujón con la nariz. Max, amigable como siempre, lamió al pequeño ser, que se animó y empezó a volar alrededor de ellos.
“Parece que quiere que lo sigamos”, dijo Lucas, viendo cómo la criatura volaba hacia un sendero entre los árboles.
Max, emocionado, fue el primero en seguirla, y Tom y Lucas no tardaron en correr tras él. El sendero los llevó a una cueva iluminada por cristales que brillaban en la oscuridad. Al entrar, los cristales reflejaban sus imágenes, pero no solo las suyas; también aparecían figuras antiguas, como si la cueva contara la historia de ese mundo.
De repente, uno de los cristales comenzó a brillar más intensamente, proyectando una imagen en el aire. Era la figura del Guardián del Lago Espejo.
“¡Han llegado al Corazón del Mundo Espejo!” dijo el Guardián. “Aquí se encuentra la clave para regresar a su mundo, pero no será fácil. Tendrán que resolver el enigma del cristal.”
Tom y Lucas se miraron, preparados para el desafío, mientras Max se sentó frente al cristal, observando con atención.
“El enigma dice así,” continuó el Guardián: “‘Sin ojos ve, sin alas vuela, sin boca habla, sin pies corre. ¿Qué es?’”
Tom frunció el ceño, pensando en la respuesta. Lucas miró alrededor, buscando pistas en la cueva. Max, en cambio, se levantó y comenzó a mover la cola, como si hubiera entendido algo.
“¡Creo que lo sé!” dijo Lucas de repente. “Es el viento. El viento puede hacer todas esas cosas.”
El Guardián sonrió, y el cristal comenzó a brillar aún más, confirmando que Lucas había acertado. Entonces, el suelo bajo sus pies comenzó a brillar, y un portal se abrió ante ellos.
“Han demostrado su valentía e ingenio,” dijo el Guardián. “Este portal los llevará de regreso a su mundo, pero recuerden, siempre serán bienvenidos en el Mundo Espejo.”
Tom, Lucas y Max, emocionados pero también un poco tristes de dejar atrás este mundo mágico, se acercaron al portal. Max fue el primero en saltar a través de él, seguido por Tom y Lucas.
Cuando abrieron los ojos, estaban de vuelta en el lago. El sol comenzaba a ponerse, y todo parecía tranquilo. Max, feliz de estar de regreso, corrió alrededor de ellos, ladrando alegremente.
“¡Qué aventura!” dijo Tom, mientras Max saltaba a sus brazos.
“Sí, pero creo que ya es hora de volver a casa,” agregó Lucas, acariciando a Max.
Mientras caminaban de regreso a casa, no pudieron evitar mirar hacia atrás, hacia el lago, y preguntarse si alguna vez volverían al Mundo Espejo. Pero por ahora, estaban contentos con las aventuras que habían vivido y sabían que, con Max a su lado, siempre estarían listos para lo que fuera.
