Había una vez, en una nave espacial llamada Skeld, un valiente tripulante llamado Damián. Damián era conocido por su habilidad para resolver problemas y su valentía. Un día, la tripulación recibió una misión muy importante: reparar la nave y recolectar datos de los planetas cercanos.
Damián y sus amigos comenzaron a trabajar en sus tareas. Damián estaba ocupado arreglando los cables en la electricidad cuando escuchó un ruido extraño. Al girar, vio una sombra moviéndose rápidamente. «¡Qué raro!» pensó Damián. «Mejor me apresuro y termino mi tarea.»
Mientras Damián seguía trabajando, escuchó un anuncio por el altavoz: «¡Alerta de emergencia! ¡Reunión en la cafetería!» Todos los tripulantes se reunieron rápidamente. El capitán, un tripulante llamado Azul, explicó que alguien había encontrado a un tripulante desmayado en la sala de motores. «¡Hay un impostor entre nosotros!» dijo el capitán.
Damián sabía que tenían que descubrir quién era el impostor antes de que causara más problemas. Decidió trabajar con su amigo Verde para investigar. Juntos, revisaron las cámaras de seguridad y observaron a los otros tripulantes.
De repente, Damián notó algo extraño. Vio a Rojo actuando de manera sospechosa cerca de la ventilación. «¡Verde, creo que Rojo es el impostor!» susurró Damián. Los dos amigos decidieron seguir a Rojo discretamente.
Rojo se dirigió al almacén y, cuando pensaba que nadie lo veía, intentó sabotear el oxígeno de la nave. Damián y Verde saltaron a la acción. «¡Te atrapamos, Rojo!» gritaron. Rojo intentó escapar, pero la tripulación se unió para detenerlo.
Con Rojo desenmascarado como el impostor, la tripulación pudo completar sus tareas y reparar la nave. El capitán agradeció a Damián y a Verde por su valentía y perspicacia. «¡Hemos salvado la misión gracias a ustedes!»
Y así, Damián y sus amigos continuaron sus aventuras en la nave Skeld, siempre listos para enfrentar cualquier desafío y proteger a su tripulación.